"La melancolía es incompatible con andar en bicicleta". James.E.Starrs.

"Seguramente la bicicleta será siempre el vehículo de los novelistas y los poetas". Christopher Morley.

"Piensa en la bicicleta como arte que puede ser montado y que tiene la posibilidad de salvar al mundo". Grant Petersen.

"Siempre que veo a un adulto encima de una bicicleta recupero la esperanza en el futuro de la raza humana". H. G. Wells.

"El gobierno tiene que ayudar a eliminar los coches para que las bicicletas puedan eliminar al gobierno". Eslogan Holandés.

"Cuando el día se vuelva oscuro, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo sin pensar en nada más". Arthur Conan Doyle.

"El ciclismo es lo más parecido al vuelo de las aves. El avión sólo lleva a sus pasajeros como un Pegaso obediente; no le da alas propias como lo hace una bicicleta". L.J. Helle, Jr.

"Tras tu primera vez en una bicicleta tendrás sueños inevitables; tus músculos recordarán la sensación del pedaleo mientras recorres tus sueños sobre máquinas maravillosas". H.G. Wells.

lunes, 20 de enero de 2014

"Ladri di Biciclette" (1948).

http://www.youtube.com/watch?v=YZH7IdSkySc&feature=share

Título original
Ladri di biciclette
Año
1948
Duración
88 min.
País
 Italia
Director
          Vittorio de Sica
Guión
Cesare Zavattini, Vittorio De Sica, Suso Cecchi d'Amico & Otros (Novela: Luigi Bartolini)
Música
Alessandro Cicognini
Fotografía
Carlo Montuori (B&W)
Reparto
           Lamberto Maggiorani, Enzo Staiola, Lianella Carell, Gino Saltamerenda, Giulio Chiari, Vittorio Antonucci.

Productora
P.D.S.
Género 
          Drama , Neorrealismo.
Sinopsis
En la Roma de la posguerra, un obrero en paro consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. Obra maestra del neorrealismo italiano que forma junto con "Umberto D." y "Miracolo a Milano" la famosa trilogía de De Sica. (FILMAFFINITY).
Premios
1949: Nominada al Oscar: Mejor guión. Premio Honorífico a la Mejor película extranjera
1949: Globo de Oro: Mejor película extranjera
1949: Premios BAFTA: Mejor película
1949: 6 premios del Sindicato Nacional de periodistas italianos, incluyendo, película, director
1949: 2 premios National Board of Review: Mejor película, director
1949: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera

viernes, 10 de enero de 2014

Fall and rise of a left bike...

http://yorokobu.es/agonia-bici/

Las bicicletas también tienen emociones. Sufren cuando ven como sus dueños las relegan al trastero. "The Bicycle" es una entrañable historia que cuenta lo que pasa cuando tu propietario llega a casa un día con un velocípedo nuevo. Relegado a la indigencia, el protagonista de la historia, la bici, vive una experiencia transcendental que le obliga a reflexionar sobre el sentido de la vida.

miércoles, 8 de enero de 2014

El "Ciclón Negro" que hizo olvidar su color...





A Marshal W. Taylor le pusieron el apodo de Major (mayor del ejército) en la adolescencia porque solía vestir uniforme militar cuando hacía trucos en su bicicleta delante de la tienda de bicis para la que trabajaba en Indianapolis. Con el tiempo, el dueño de la tienda, Louis Munger, enfocó el talento del joven hacia la competición ciclista logrando éste su primera victoria a los trece años en 1892. Pero Major era negro.
Y es que ser negro en aquella época y en sur de Estados Unidos no era fácil. La liga americana de ciclistas de la época prohibió competir a los negros en 1894 justo en el boom de las carreras de pista. Major tuvo entonces que refugiarse en competiciones menores reservadas a negros en las que demostró sobradamente sus cualidades; llegó a ser campeón de color de Estados Unidos.
Es entonces cuando su mentor, Munger, decidió, no sólo trasladar la tienda, sino montar una fábrica de bicicletas más al norte, en Worcester, en parte para aprovecharse del boom de venta de bicis de  la época y en parte para luchar contra el racismo del sur en la más tolerante atmósfera del norte. Major llegó a pulverizar dos récords del mundo pero por el mero hecho de ser negro supuso su descalificación.
Al poco tiempo de llegar al norte comienzan a verse los resultados de la mudanza y Major es admitido, por fin, como corredor profesional por un organismo de competición en Nueva York. Su primera carrera como Pro fue también una de las más duras; los Seis días del Madison Square Garden en Nueva York. Eran los tiempos en los que las carreras ciclistas eran uno de los acontecimientos deportivos favoritos del público masivo atrayendo  miles de personas a recintos como el mencionado y moviendo mucho dinero. La estrategia de Major en esta carrera fue rodar ocho horas y descansar una, logrando la victoria con 1.732 millas. El público lo aclamó pero nunca volvería a someterse a la tortura de los Seis días ya que su fuerte eran los sprints.
El “ciclón de color”, como los periódicos comenzaron a llamarle, compitió con valentía en el circuito profesional en 1897 pero tuvo que abandonar la lucha por la victoria final en la liga cuando los promotores del sur le negaban la entrada a sus eventos no pudiendo sumar los puntos de dichas pruebas. En ocasiones, la hostilidad de los corredores blancos pasaba de las tácticas de carrera conspirativas entre ellos a las agresiones directas empujándole en la pista y dejándole inconsciente en alguna ocasión. Aún así siguió logrando victorias y estableció un record mundial en 1898 en la milla a salida parada: 1 minuto 41.4 segundos con tan solo 19 años! Al año siguiente logró el campeonato mundial en Montreal en la primera ocasión en que salió a competir fuera. ¡Major era el segundo deportista negro en ser campeón del mundo tras el boxeador George Dixon en 1890-91!
En la temporada siguiente volvió a rebajar el record de la milla y se proclamó campeón americano de sprint.
La hostilidad por motivos de raza en las pistas fue cediendo según sumaba victorias pero cuando Major adquirió una vivienda en la Avenida Hobson de la exclusiva zona de Columbus Park en Worcester, sus vecinos no lo vieron con tan buenos ojos, llegando a ofrecerle mucho más dinero por la casa del que había pagado con tal de que se fuera del barrio. Major se negó y no tuvieron más remedio que aceptar a su distinguido vecino; en ese momento, uno de los negros más ricos de la época gracias a sus victorias sobre la bici. Durante muchos años, Major rechazó invitaciones para correr en Europa porque sus creencias religiosas, era baptista, le impedían correr los domingos. Finalmente firmó un contrato en 1901 y fue recibido con todos los honores en Francia y batió a todos los campeones europeos.Su fama internacional creció con giras por Australia, etc. hasta que se retiró en 1910 con 32 años.
Pero Major no logró repetir sus éxitos deportivos en los negocios y una serie de deudas y enfermedades diezmaron su fortuna en los años veinte hasta el punto de verse abandonado por su mujer y perder todo. En 1930 marcha a buscar fortuna a Chicago y se aloja en un albergue mientras trata de vender su autobiografía. Murió en 1932 en un hospital de caridad y fue enterrado en una tumba sin nombre. Dieciséis años más tarde un grupo de ex ciclistas profesionales exhumaron sus restos y los situaron en una mejor parte del cementerio de Mount Glenwood con una placa de bronce que reza:
Campeón mundial de ciclismo que superó el difícil camino sin odio en su corazón. Un honesto, valiente, creyente, de vida limpia y caballeroso deportista. Un recuerdo a su carrera en la que siempre dio lo mejor. Te has ido pero no te olvidamos”.
Tras su muerte se publicaron sus memorias en las que Major Taylor insistía en llevar una “vida limpia” y repetía unos puntos para él fundamentales, fueron sus famosos NO:

No trasnochar.
No usar drogas.
No comer dulces baratos.
No fumar.
No dejar de llevar una vida limpia.
No hacer juego sucio.
No ganar con trucos sucios.
No olvidarse de practicar la deportividad.


Artículo publicado en Cronoramia.

domingo, 5 de enero de 2014

Ciclovía: Cuestión de equilibrio (ecológico) / A propósito del 24/10.




A primera vista, parece que las bicicletas y los automóviles tuvieran algo que ver. Pero un análisis cuidadoso revela pronto el error. La relación entre velocípedos y vehículos motorizados es aún menos estrecha que la que existe entre los cuadrúpedos y los bípedos biológicos. Su supuesto parentesco se basa en cierta similitud de partes y funciones; pero para el ciclista son bien claras las diferencias de naturaleza. Mientras que los autos se sostienen sólidamente sobre sus cuatro ruedas y se mueven impulsados por contaminantes motores de combustión, la bicicleta es hija de otro prodigio absolutamente más sencillo y saludable: el equilibrio.

Equilibrio, define el diccionario, «es el estado de un cuerpo cuando actúan sobre él fuerzas iguales y de sentido opuesto». Sin duda, los autos tienen sus propios equilibrios, pero ninguno tan sutil como el que sustenta a las bicicletas. No está lejano el día en que los vehículos de combustión desaparezcan o se emancipen manejados por sus propias computadoras. Pero, ¿podrá un robot manejar un biciclo? ¿Podrá un intrincado sistema de giroscopios ir guardando el equilibrio mientras toma una curva rápida, a costa de quebrar el timón y poner la bicicleta en ángulo de 45 grados?

Pero el equilibrio no es patrimonio de los ciclistas. Hay quienes lo usan desde hace millones de años: los pájaros. Sólo al volar, la magia del equilibrio es más bella. Con las alas extendidas las aves remontan vuelo y se suspenden en el aire, pero no por mucho tiempo: hay que agitar las alas, entregarse al fenómeno con confianza y esfuerzo. El aire no es ingrato y responde revelando secretos que el ave domina y reconoce retozando con piruetas.

Igual es para el ciclista. Es conductor, motor, contrapeso y pasajero. Su aire es su máquina. Tomado el impulso suficiente es posible dejar de aletear y dejarse llevar por la corriente de una bajada y aprovechar la inercia para subir nuevamente. En vuelo rasante, uno siente que está libre de los rigores del suelo, de los embotellamientos de tránsito, de los huecos, de los pasos estrechos. Es una ilusión, claro, pero se sostiene mientras nuestros pies no toquen el suelo.

¿Los motociclistas? Bueno, son como el eslabón perdido. Una desgraciada mutación que nos recuerda que la naturaleza también se equivoca. La mayoría de motos son autos de dos ruedas, para trasladarse o hacer cobranzas. Otras son aviones-caza, propicias para el ruido y la muerte violenta. Las motos no vuelan, cortan el aire. No mantienen el equilibrio, lo secuestran. Sus pilotos, militares al fin, no comprenden las ilusiones de libertad. Se someten, felices, a la dictadura del vértigo, de la combustión, de la fuerza. Subalternos del tacómetro y del velocímetro, jamás entenderán el embrujo del dolor, del camino, del delirio.


Artículo de Pablo Vásquez para Sophimanía